Un cuerpo, un cuerpo solo, un solo cuerpo
Un cuerpo como día derramado
Y noche devorada;
La luz de unos cabellos
Que no apaciguan nunca
La sombra de mi tacto;
Una garganta, un vientre que amanece
Como el mar que se enciende
Cuando toca la frente de la aurora;
Unos tobillos, puentes del verano;
Unos muslos nocturnos que se hunden
En la música verde de la tarde;
Un pecho que se alza
Y arrasa las espumas;
Un cuello, sólo un cuello,
Unas manos tan solo,
Unas palabras lentas que descienden
Como arena caída en otra arena.
Esto que se me escapa,
Agua y delicia obscura,
Mar naciendo o muriendo;
Estos labios y dientes,
Estos ojos hambrientos,
Me desnudan de mí
Y su furiosa gracia me levanta
Hasta los quietos cielos
Donde vibra el instante;
La cima de los besos,
La plenitud del mundo y de sus formas.
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OCTAVIO PAZ
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