Nadie puede comenzar otra vez.
Además, si alguien pudiera
ocurriría lo mismo:
una cegadora sucesión de luces y sombras,
hilo de intermitencias,
enloquecida danza de ascensos y caídas.
En verdad no hay comienzos.
Sólo somos secuencias intermedias,
pero no de un punto a otro:
secuencias entre secuencias.
Y es en vano que queramos plantarnos
y ser desde nosotros.
Hasta el árbol es como la música:
una respiración de tinieblas
que se reparte en hojas
para amamantar al viento.
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ROBERTO JUARROZ
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Oeuvre Damian Elwes